17.11.11

La revolución será feminista o no será (parte I)

Para empezar, quiero matizar una distinción básica que suele ser problemática, pues el feminismo ha sido siempre demonizado para tratar de despojarlo de su potencial subversivo: el feminismo no es hembrismo. El feminismo no es la simple inversión del machismo: no es la dominación de las mujeres sobre los hombres, sino la liberación de todas las personas de un sistema heterosexista que nos oprime.

Podemos leer en Feminismo para no feministas. La Vane contra Patrix, de Rosario Hernández Catalán (http://www.femiteca.com/IMG/pdf/Feminismo_Para_No_Feministas_DEF-1.pdf) una cita de Coral Herrera Gómez:

El feminismo no quiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere matarlos por adulterio. El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus madres y luego de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con cuerpos masculinos para el disfrute de los femeninos, ni desea que los niños varones estén desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el acceso a la sanidad y la Universidad. Comprendan que eso es una locura que no promueve el feminismo.

El feminismo no es, pues, una simple forma de darle la vuelta al esquema de dominación, sino una lucha por destruir un sistema de dominación que nos afecta tanto a mujeres como a hombres (aunque, evidentemente, de formas bien diferenciadas).

Así pues, como me decía hoy un alumno mío, el feminismo parece cosa de sentido común: es la lucha por que las mujeres puedan votar, no sean violadas en las guerras, ni mutiladas genitalmente, ni confinadas al ámbito doméstico, ni asesinadas por adulterio; la lucha por que las mujeres no sean propiedad de sus padres y después de sus maridos, y por que no cobren menos que los hombres ni sean desterradas de los ámbitos mediáticos, empresariales y políticos; la lucha por que las mujeres dejen de ser objetos con los cuales se trafica para el disfrute de algunos; en definitiva, la lucha por que no sólo las mujeres sino ninguna persona (sea del género que sea, del sexo que sea, se identifique con la identidad sexual que sea o disfrute de la sexualidad que sea) sea discriminada y oprimida. Así que, sí, parece de sentido común para cualquier persona que crea en la posibilidad de la liberación de las personas de los sistemas de opresión actuales.

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