26.9.12

Disforia de género en el DSM-V

En mayo de 2013 está prevista la publicación de la quinta edición del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales de la Asociación Norte-americana de Psiquiatría). 

Cada edición del DSM tiene un impacto masivo en la práctica psiquiátrica y en la educación médica a nivel mundial. Este libro hace una lista de desórdenes mentales y explica cómo diagnosticarlos, por lo que dicta la práctica diagnóstica en la medicina establecida. La preparación de esta quinta edición del manual ha provocado desde el comienzo protestas internacionales, pues parece que el DSM-V va a bajar el umbral de lo que se conoce como enfermedad mental. Así, aparecerán nuevas enfermedades como el Síndrome de Riesgo Psicótico, el Desorden de Desregulación del Carácter o el Trastorno por Atracón (de comida). El rango de comportamientos humanos medicados y llevados a terapia psiquiátrica se extiende. La cantidad de personas estigmatizadas y patologizadas aumenta. 

El nuevo DSM sigue la lógica de las ediciones precedentes: los desórdenes se definen en términos de comportamiento, por lo que aspectos visibles de nuestras vidas se utilizan para definir categorías clínicas. Una persona nerviosa y tímida no lo es por una condición clínica subyacente sino que sus síntomas se convierten en una patología en sí misma: fobia social. Los nuevos diagnósticos se realizan basándose en síntomas superficiales, no en estructuras complejas que sólo pueden diagnosticarse con un estudio profundo de la persona.

Con cada edición del DSM se han ido patologizando más aspectos de la conducta humana. La primera edición, aparecida en 1952, sólo tenía 129 páginas y pocas categorías básicas de diagnóstico. En la década de los 1980 el manual tenía más de 900 páginas, y las 180 categorías de trastornos mentales que aparecían en 1984 aumentaron hasta más del doble durante la siguiente década.

Además, no podemos obviar las relaciones entre la psiquiatría y la industria farmacológica. En los últimos años se ha promocionado la idea de que para cada síntoma existe una cura. Con cada nueva categoría de enfermedad mental, aparece un nuevo medicamento que cura la timidez, elimina la urgencia de comer compulsivamente, ayuda a calmar los nervios u obliga a una niña demasiado creativa y movida a centrarse en sus estudios.

El diagnóstico de la transexualidad tiene el honor de tener su propia categoría en el DSM-V. A pesar de la campaña mundial que pide el cese de la patologización de la transexualidad, campaña de la que hablaremos más adelante, no sólo no se ha eliminado la transexualidad de la nueva edición sino que ahora tiene una categoría propia: Disforia de Género. En el DSM-IV, la Disforia de Género o Trastornos de la Identidad Sexual estaban dentro de la categoría llamada <<Trastornos sexuales y de la identidad sexual>>, junto a la pedofilia, el masoquismo sexual, el sadismo sexual, la eyaculación precoz o el exhibicionismo. La categoría llamada <<Trastornos sexuales y de la identidad sexual>> desaparece en el DSM-V y muchos de los desórdenes que aparecían juntos en esa categoría han sido redistribuidos entre los capítulos Disfunciones Sexuales y Desórdenes Parafílicos.

El DSM-V define la Disforia de Género como una marcada incongruencia entre el género experimentado/expresado y el género asignado durante al menos seis meses. Para el diagnóstico de Disforia de Género en una persona, el DSM-V considera que deben de existir unos criterios específicos:
1.- Una marcada incongruencia entre el género experimentado/expresado y sus características sexuales primarias y/o secundarias.
2.- Un fuerte deseo de deshacerse de sus características sexuales primarias y/o secundarias a causa de una marcada incongruencia entre el género experimentado/expresado y el género asignado.
3.- Un fuerte deseo de tener las características sexuales primarias y/o secundarias del otro género.
4.- Un fuerte deseo de ser del otro género (o de algún otro género alternativo diferente al asignado).
5.- Un fuerte deseo de ser tratado como el otro género (o como algún otro género alternativo diferente al asignado).
6.- Una fuerte convicción de que se tienen los típicos sentimientos y reacciones del otro género (o de algún otro género alternativo diferente al asignado).

Además, nos hace notar que es una condición asociada con angustia clínicamente significativa o discapacidad social u ocupacional, además de un alto riesgo de sufrimiento, como angustia o incapacidad. El sufrimiento viene causado por la disforia de género, no por un binarismo acusado que no permite ninguna expresión/vivencia/identidad de género que no sea la que se asocia con el sexo asignado por nacimiento (lo cual, ya lo sabemos, también es problemático por el mismo problema: el binarismo sexual cerrado). 

Dentro de los desórdenes parafílicos encontramos el Desorden Travestista, que consiste en tener, durante un periodo superior a seis meses, excitación sexual intensa y recurrente al tener fantasías, deseos o comportamientos travestis.

Como en el caso de la Disforia de Género, nos previene de que las fantasías, los impulsos sexuales o los comportamientos causan angustia marcada o discapacidad social u ocupacional. Son las fantasías las que le causan la angustia a la persona, no el no poder encontrar cauces no patologizantes ni estigmatizantes para dar rienda suelta a sus fantasías y comportamientos. 


13.9.12

¡Zas!


Y tantas otras cosas...

Dimorfismo sexual. ¡Zas!
Heterosexualidad obligatoria. ¡Zas!
Filiación bilateral. ¡Zas!
Orígenes prediscursivos. ¡Zas! ¡Zas!
Sujetos soberanos. ¡Zas!
Playas bajo los adoquines. ¡Zas! ¡Zas!

7.9.12

Menos mal que está Von Sohel previniéndonos sobre la homosexualidad...




Ayer encontré en un mercadillo (Remar, para más señas…) un libro que es una joya: La biografía de la homosexualidad, de Helmuth Von Sohel (1964). Este libro comienza con una cita del Levítico (XX, 13): “Si uno se acuesta con otro como se hace con una mujer, ambos hacen cosa abominable y serán castigados con la muerte; caiga sobre ellos su sangre”.

El texto tiene como objetivo el informar al público de una de las lacras de la Humanidad (sic. Sí, así con mayúsculas) que ha sido sibilinamente silenciada: la homosexualidad. Dice von Sohel: “Hablar de tales lacras, ponerlas al descubierto es no sólo conveniente sino necesario; es un deber para con la sociedad, de prevención y advertencia”. 

Menos mal que, ya en el prólogo, nos advierte el autor de que es un libro en el que no hay pornografía; ya mi mente calenturienta estaba anticipando explícitas imágenes de sodomía y lesbianismo.

Von Helmut lo dice todo tan bien que voy a pasar a poner fragmentos de su obra, que no tiene desperdicio.

“Los más famosos criminologistas están acordes en señalar al homosexual como a un enfermo de índole peligrosa, y esta condición la recogen los Códigos Penales de casi todo el mundo”.

“La homosexualidad es, pues, algo  más que un vicio o una enfermedad secreta, ya que tiene proyecciones criminales. ¿Quién pretenderá entonces que se silencie su existencia, sus condiciones de desenvolvimiento, sus características y peculiaridades?... ¿Quién puede permanecer impasible  mientras aumenta de día en día en número de las víctimas?...”.

“El peligro del poder de captación de los homosexuales queda bien patente por el hecho de que mentes privilegiadas, filósofos como Platón y Sócrates, escritores como Wilde, Lord Byron, Shakespeare y Gide, entre otros, hayan proclamado –abierta o enmascaradamente- su profesión a este vicio.
La sociedad necesita defenderse y tiene derecho a ello. Ha de defenderse de los criminales de toda clase y también de los viciosos que pueden minar los mismos cimientos en los que se basa su propia existencia. Por lo tanto, se impone la conveniencia y la urgente necesidad de ilustrar al público sobre algo tan poco conocido como es la homosexualidad”. 

“Es indudable que un libro semejante encontrará alabanzas pero también hallará detractores. Estos últimos figurarán –probablemente- entre aquellos que poseen el mismo turbio espíritu de los vituperados fariseos, capaces de observar el formulismo de la ley pero no su esencia, o el de los acusadores de Friné, o el de cuantos temen verse retratados o descubiertos y quieran que siga existiendo un velo tupido sobre sus torpes deseos, para así poder campando a sus anchas en el seno de una sociedad que, despreciándoles e incluso castigándoles, no consigue hacer que desaparezcan”.

Bien, tengo un turbio espíritu entonces. Estas joyas salen solamente del prólogo del libro. Estoy deseando leer los capítulos sobre hermafroditismo y lesbianismo.

Creo que he hecho un bien retirando este libro del estante de ese sitio. También he recuperado un libro que sobre el aborto, escrito en 1975 por dos señores muy importantes de la Universidad de Navarra.